MANUEL NEILA, DISCORDANCIAS


Discordancias aspira a reflejar, aun cuando sea de forma necesariamente parcial e incompleta, la fructífera y prolongada trayectoria aforística de Manuel Neila, uno de los autores españoles que ha cultivado con mayor fortuna el aforismo literario desde finales de los años 90. Su escritura, que no se limita a una producción aforística propia y original, sino que se despliega también como ejercicio crítico y continuada reflexión teórica, impulsados ambos por una voluntad proselitista y divulgadora, ha contribuido muy activamente a la recuperación del género en la España de entresiglos. A las “reflexiones y máximas” incluidas en El silencio roto, libro de 1998, le han seguido los volúmenes Pensamientos de intemperie (2012), Pensamientos desmandados (2015) y, más recientemente, El juego del hombre (2017). Una parte, limitada pero significativa, de los textos que conforman estos libros pasa ahora a ocupar su lugar en Discordancias, cuyo título, en diálogo sutil con la cita de Heráclito elegida por el autor como epígrafe del presente volumen, define sin ambages una muy precisa posición enunciativa. El discordante es aquel que muestra disconformidad y desacuerdo, el que no se aviene con lo convenido (y convencional), y el que apuesta por la diversidad y la diferencia frente a lo establecido por la opinión común y la rutina mental. La elección del título desvela así una actitud de partida y un talante particular, que van a condicionar los asuntos planteados por el autor y el enfoque con el que los aborda en unos textos rigurosos y cuidadosamente medidos.

José Ramón González



Al correr de los días, la tierra se consuma en sus frutos y las palabras nos devuelven lo que falta.

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Tras el silencio roto, los pensamientos desmandados bullen, buscan, reclaman su lugar a la intemperie.

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Lo contrario de la verdad no es la mentira; o tal vez sí, a condición de que también lo sea la ficción.

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Es un héroe de nuestro tiempo, cultiva con entusias-mo el cuerpo, la estupidez y la impostura.

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 (Síndrome de Jonás). Lo malo de los profetas es que, tanto si aciertan como si se equivocan, siempre acaban perdiendo.

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Escribir como se habla; es decir, aproximar el tiempo de la escritura al tiempo de los latidos.

Es evidente que el humor, cuando se convierte en costumbre, tiene muy poca gracia. Y es que, para decirlo cum granu salis, hay humores que matan.

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Tal vez no seas tú quien hables, sino la lengua la que habla por ti; pero tú eres, sí, su voz y su sustento.

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Después de tantas revoluciones y contrarrevolu-ciones, al menos una cosa es segura: ¡no tenemos remedio!

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Desmentir a los que ríen, como supo hacer Hamlet, mediante una representación inspirada en la memoria de los muertos.

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De la misma manera que se tiene o no se tiene oído para la música, se tiene o no se tiene oído para la ética y para la metafísica.

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Manuel Neila nació en 1950 en Hervás (Cáceres). Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Oviedo, donde se licenció en Filología Románica. Colabora habitualmente en revistas literarias como Clarín, Turia, Cuadernos hispanoamericanos, Claves y Quimera. Tras los poemas de Clamor de lo incesante (Jugar con fuego, 1978), con los que se dio a conocer, fue incluido en la antología Las voces y los ecos (Ediciones Júcar, 1980). Entre sus publicaciones más recientes destacan: el conjunto aforístico El silencio roto (1998), el volumen de ensayos Las palabras y los días (2000) y la edición bilingüe de Cantos de frontera (2003), cuya versión francesa corrió a cargo de Michelle Serre. Reunió sus colecciones de poesía en el volumen Huésped de la vida (2005) y ha publicado El camino original [Antología poética, 1980-2012] (2014). Su predilección por las formas breves se ha materializado en los volúmenes El silencio roto, Pensamientos de intemperie y Pensamientos desmandados




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José Luis Trullo, editor
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